Carnívora

VenusMe han regalado (¡gracias!) una planta carnívora. Es una Dionaea muscipula, más conocida como Venus atrapamoscas. Me resulta entretenido observarla.
Seguro que procede de un invernadero (ahora está en una maceta), pero sus antecesoras, en su hábitat natural, se arrastraban por las ciénagas de suelos pobres y lodosos.
Tiene unos brazos planos que acaban en hojas-trampas.
Parece ser que la evolución descartó millones de opciones hasta encontrar el éxito en estas pseudobocas de aspecto vagamente vulvar (la imaginación masculina trasladó su denominación al reino de Afrodita), rodeadas de cilios que dejan escapar las piezas demasiado pequeñas, de interior entre verde, rosado y rojo según la excitación luminosa y el grado de madurez, que se cierran en 0,1 segundos cuando unos órganos sensitivos convenientemente dispuestos en tres grupos de tres son estimulados según un código de seguridad que determina la validez de la presa y evita trabajos innecesarios: sólo si un pelo recibe dos contactos o dos pelos reciben sendos impulsos en un breve lapso de tiempo se activa el mecanismo. Se trata al parecer (he estado leyendo sobre ello; son lecturas de verano) de una “bomba de protones”, proceso aún no aclarado del todo por los científicos en el que intervienen intercambios de iones de hidrógeno, cloruro, lantano y calcio. Una onda eléctrica modifica la consistencia de las células de la hoja y provoca una reacción en cadena que cierra la trampa en dos tiempos (primero atrapa, luego confirma la presa) y activa la química de la digestión.
Es una planta paciente; si no caza, sobrevive con la vulgar fotosíntesis de la mayoría de los vegetales.
Requiere pocos cuidados, pero hay que procurar que la tierra en que arraiga no tenga nutrientes y que el agua con que debe estar siempre empantanada no tenga minerales. Es como si al acercarse al reino animal (esa feudal clasificación) tuviera que renunciar a los hábitos del otro lado de la frontera.
Una planta fronteriza, eso es. Estática, espera sus insectos. Todavía no he visto caer ninguno. Pero no tiene aspecto de hambrienta.