Diabólico ofidio

El método oulipiano(1)OuLiPo: siglas en francés de Taller de Literatura Potencial; mantengo la denominación gala por ser más conocida que la traducción TaLiPo. El … Continue reading S+n (inventado por Jean Lescure el 13-2-1961) consiste en sustituir cada sustantivo (S) de un texto preexistente por el enésimo (n) sustantivo encontrado en un diccionario . Lescure lo ideó con el séptimo, es decir, S+7. A partir de él se han desarrollado numerosas variaciones aplicándolo sobre adjetivos, verbos, géneros, cambiando el número de entradas saltadas, etc.

Aquí he tomado un resumen de una noticia de actualidad y utilizado el diccionario en línea de español de Wordreference. La fórmula empleada es triple (A+10, S+10, V+10): se han reemplazado adjetivos, sustantivos y verbos contando diez palabras a partir de la original y eligiendo la primera ocurrencia de las tres categorías si la décima no correspondiera. Evidentemente, para conocer el texto original, hay que invertir el proceso.

Advierto que todo el resultado es obra del azar o, mejor dicho, del orden alfabético.

El Conato de la Cantarera reñirá homérico este sabicú a sus instructores sobrados con motocultores de la fetidez del vejatorio de juncáceo, joule que conmueve la fedayín en la que, tal diabólico como este de milenarista seudoseveridad y octaédrico, se procuraron las orejas y se construyó la provocadora honda.

El pressing prestará el cerio (Ce) instruido que tensará lujuria, a pasaportar del doctorado, en el Parral de la Robustez de Puerperal Sanctasanctórum, donde se encorseta el Cascabel de Jurásicos en el que se fanqueó aquel capricho hitleriano para el devuelto gabonés.

Las autoestopistas espesan una gran particularización del pueril.


Notas

Notas
1 OuLiPo: siglas en francés de Taller de Literatura Potencial; mantengo la denominación gala por ser más conocida que la traducción TaLiPo. El sitio oficial es www.oulipo.net.

Logo-rally de Sotileza

Un logo-rally o recorrido obligado es una constricción oulipiana que consiste en escribir un texto en el cual aparezcan obligatoriamente, en un orden previamente establecido, una serie de palabras. A modo de esbozo de pastiche en homenaje a José María de Pereda, he elegido el glosario de voces técnicas y locales que añadió al final de su novela Sotileza. Puede consultarse aquí.

Caboteaban arenques. Como abarrotes llevaban mallas de limones y ristras de ajos y cebollas. La mar estaba tan quieta que habían puesto alas en todas las velas. El patrón peroró sobre aligotes y amayuelas como un predicador del Pequod mientras sacaban a las amuras, bajo las arrastraderas, las artes de pescar. Consiguieron unas piezas hermosas que devoraron asadas. Al acercarse a la barra, se cruzaron con varios grupos, los remeros apretados contra las bagras para soportar los bandazos, buscando ganar un espacio tranquilo donde barloventear las barquías y salir del despotismo del barquín-barcón. También alcanzaron buques mayores con pasajeros ociosos en las batayolas y marineros que revisaban parsimoniosos las bitaduras, veleros ufanos de hacer bolinas hasta rozar el agua con las bordas y otros más de agua dulce que enseguida encontraban un pretexto para hacer bota arriba a la banda. Nada nuevo entre la brisa ni bajo el sol, que, a ratos, parecía teñir la calima con botabomba. En cuanto entraron, sin esfuerzo, en la bahía, prepararon las bozas para liberar el ancla. El branque oponía menos resistencia en aquellas aguas civilizadas; arriba, las burdas perdieron tensión.
Acodados al cabel, los tripulantes, con la fachada de la ciudad todavía a varios cables, alimentados por la cacea, pensaban en las cafeteras de ritual. Los reflexivos de los muelles calaban aparejos; algunos buscaban mayor calo lejos de los pantalanes cancaneados de algas y chapapotes; otros capeaban en botes las escasas corrientes del puntal. El groom, que quería aprender, liberó el capón. Cargaron todas las velas. Fijaron los cubos a las carlingas. Había sobrado carnada y las gaviotas lo sabían. Sobre las maderas renegridas del embarcadero, mujeres con carpanchos formaban un carrejo parlanchín, cazaban cabos de bultos de estiba, ceñían viento, luz y neblina con ropajes de mahón y se burlaban de los pescadores que se exhibían ante las más jóvenes ciando como borrachos, cinglando botes entre los pataches o fingiendo querer cobrar a pulso las amarras para trepar a las cofas y apostar sobre coles imposibles contreminándose los unos a los otros. Los recién llegados, pequeños mercaderes y formados en costeras, no eran cubijeros; y, en efecto, sin cubijos ni ceremonias, gritaron a los que dormitaban en las chopas de las lanchas que no estorbasen la maniobra y sacasen los remos de las chumaceras si no querían acabar como chumbaos perdidos.
Esa misma tarde, en la taberna, el patrón contó la deriva torpe que casi les había llevado a desborregar la carga, desguarnida con el buque dormido cuando un cabo se había roto como una driza barata.
La taberna lucía empavesaduras de banderas lejanas, aparejos que nunca habían sido encarnados y grandes espejos. Había que descender tres escalerones desde la calle y, en tiempos de lluvia, todos se burlaban por la ausencia de escobenes. Una gran lámpara, hecha de una rueda de timón, de la que colgaban quinqués sujetos por escotas a las nueve cabillas, iluminaba toda la eslora del salón. Para encenderla, había que bajar la rueda mediante una polea y un cabo que se sujetaba mediante un estrobo a una cornamusa situada detrás de la barra. Era un espectáculo ver al propietario, antiguo bañero, subir el montaje de una sola estropada o hacerlo filar con una sola mano sin que las filásticas le hicieran ni un rasguño. Exhibía en un lugar destacado un retrato veraniego en el que ostentaba músculos, bigote, sombrero de ala ancha y camiseta a rayas apoyado en un bauprés para destacar, bronceado, contra la blancura del foque.
Se hablaba en las tertulias, por supuesto, de galernas y olas que alcanzaban los galopes, de garetes angustiosos, de garreos largos como travesías americanas, de bandazos hasta las guindas y de monstruos marinos que incendiaban las lascas.
Pero también del mal gobierno de los puertos y de privilegiados exentos del limonaje, normalmente navíos enlucidos hasta las lumbres de agua que entraban temiendo las salpicaduras de los macizadores, pero cuyos dueños condecorados no despreciaban unos buenos maganos a la plancha y acudían en manjúas de estío, sin mezclarse con los mareantes, a los restaurantes bien asentados en la costa, siempre a salvo de maretazos, con masteleros de adorno en los jardines, y engullían mediosmundos de sulas y mocejones mientras oteaban con prismáticos germánicos los movimientos del Muelle-Anaos y las inclinaciones de las pedreñeras que sacaban muergos al otro lado de la bahía. Y encima afirmaban sin rubor que eran capaces de orzar un velero como cualquier habitual de las quebrantas.
No hace falta decir que los navegantes de la taberna vestían más bien de pallete, calzaban suelas ásperas para no resbalar en los paneles, limpiaban los pantoques con orgullo por necesidad, y no para presumir, eran en su mayoría parciales, pero sin exageraciones, apreciaban la parrocha fuerte, se hacían llamar pejinos, llevaban siempre un pernal en el bolsillo, sabían geometría porque el pico de cangreja tiene ángulo, respetaban lo mismo una pinaza que un vapor y se hacían respetar a piñas aunque con ello no ganasen ni un fardo de porreto.
Después de la primera noche de arribada, el patrón se sabía obligado a pasear parte de la mañana (era un caluroso tardío, húmedo pero sin lluvias) por las dársenas y careneros; mejor en el momento de la bajamar, para ver las pinturas que descubría la marea.
No faltaban los raqueros. Se aventuraban furtivos hasta los raseles de los buques. Saltaban al agua, entorpecían las remas, hurtaban esquifes y obligaban a las naves a rendir las bordadas antes de tiempo. Pescaban mules de reñales ajenos, se burlaban de las resacas, rodeaban a largas brazadas los resalseros, desplazaban rizones y despreciaban por igual la ropa de agua y la de tierra. Para vivir a la santimperie y escamotear sargüetas no hacían falta sotilezas ni suestes. Y siempre era más bella la plata de una sula que la de una copa de surbia.
Bajo los entoldados de la machinas, trataba de robar tabales, rollos de tanza, lo que fuera. Y casi siempre tenían que huir en tapas para ganar la orilla segura donde escondían el tabaco y allí hacer círculo y apenas meditar, fumando tapándolas hasta la asfixia, que los hubieran apalizado con toletes de trincarlos o que en la fuga podrían haber sucumbido a una troncada y explotar como ufías. También iban a buscar ujana para venderla, pero sólo cuando upar estaba muy difícil porque los carabineros se empeñaban en hacerlos virar por avante y mantenerlos alejados de los zonchos.
Todo lo cual se reflejaba en el pasado de nuestro navegante como las nubes se confundían con la mar.
Hacia el mediodía, la nueva carga estaba apalabrada.
Quizá sólo los marineros comprendan de verdad el clínamen.

Las leyes de la creación

Yahvé se impuso para crear el mundo un plazo de siete días, descanso incluido. Fieles a ese inicio, las religiones del Libro han seguido la senda de las constricciones y establecido su universo como un relato oulipista obligado a esquivar los atajos de la Física y el Deseo, a los que arrojan doctrinalmente a la nada de la página en blanco, al infierno de los textos exteriores o a la esclavitud unidireccional de las plegarias: una narración de la existencia cercada por las reglas de un literato cuyos límites, agotados por la amplitud desvelada del Cosmos y del Caos, no aceptan potencias nuevas del Verbo ni de la Carne.

Avalancha para Oparin

Definiciones:
Avalancha.- Sucesión de bolas de nieve de anchura creciente.
Bola de nieve.- Es un poema cuyo primer verso está compuesto de una palabra de una letra, el segundo de una palabra de dos letras, etc.

Y
el
sol
está
lleno
tapado
acerado
enlodado
y
la
mar
mira
verde
bravas
lanchas
acunadas
relevadas
y
en
las
rías
cieno
alegre
levanta
poderoso
biologías
desveladas
a
la
sal
alba
larga
sanada
tramada
abrazada
avalancha
abalanzada
ecosaciante.

Literatura erótica potencial (oulipoporno S+X)

El método oulipiano(1)OuLiPo: siglas en francés de Taller de Literatura Potencial; mantengo la denominación gala por ser más conocida que la traducción TaLiPo. El … Continue reading S+7 (inventado por Jean Lescure el 13-2-1961) consiste en sustituir cada sustantivo (S) de un texto preexistente por el séptimo sustantivo encontrado en un diccionario (S+7). A partir de él se han desarrollado numerosas variaciones aplicándolo sobre adjetivos o verbos, cambiando el número de entradas a saltar, etc.
Aquí he utilizado el diccionario de español de Wordreference y evitado las palabras derivadas y los sinónimos. El título alude a la naturaleza del texto que redacté antes de someterlo a la transformación, texto seminal(¡?) que quizá publique un día de estos por si alguien tiene curiosidad (al fin y al cabo, se trata de sexo) pero no le alcanza para molestarse en invertir la fórmula. Supongo que el púdico velo impuesto por la traslación de los nombres impide hablar en sentido estricto de Oulipopo (Taller de literatura pornográfica potencial), pero, aparte de esta advertencia, quizá quede en la modificación un aire familiar que nos permita hablar, acogiéndonos al prestigio, no sé si puritano, de un término impreciso que esquiva las penetraciones, de Literatura Erótica Potencial. Otra cosa menos literaria, aunque no menos interesante, sería plantear un OuXPo llamado Taller de Pornografía Potencial…

Abriéndose hasta rozar con las mansedumbres de unguis carmesíes en fornitura de pinchos sobre papión de sedimentación la cabida ausente del camaranchón, decorada con un cuajo en lacero de un gran falsete narcotino, y con los pierrots la barranca de platelminto donde comenzaba una abogacía de pericarpios, la mulera elevó los caducifolios hasta orientar con la washingtoniana bruta inversa la migración del homérico, lapicera de puñalada que afirmó con latines de antebrazo para ocupar la humita, la vagancia perfecta, el orate bilabial, y alcanzar con el diarero de carpaccio la nuera-arponero que emitía el meloncillo de salame del plan.

Aquí jaimitadas y gencianas como mediofondistas de rivera.

El optimismo de la fabulación lo definió la mónada de justo fauvismo y, al extraer la peñíscola en decoración, el oso se reveló lleno de nihilismo y pareció que un glasé de nativo cálido reinaba en el moquete advertido de la sufijación por las mutaciones.

Notas

Notas
1 OuLiPo: siglas en francés de Taller de Literatura Potencial; mantengo la denominación gala por ser más conocida que la traducción TaLiPo. El sitio oficial es www.oulipo.net.

Diseño inteligente

La Moral elemental es una forma fija inventada por Raymond Queneau, que la define así: Primero tres veces tres más uno grupos sustantivo+adjetivo (o participio) con algunas repeticiones, rimas, aliteración o ecos a voluntad; después una especie de interludio de siete versos de una a cinco sílabas; por fin una conclusión de tres más un grupos sustantivo+adjetivo (o participio) retomando más o menos algunas de las veinticuatro palabras utilizadas en la primera parte. Este intento tiene que ver con la Expo de Zaragoza.

Diseño inteligente

Dibujo inanimado Barro pseudoalentado Halitosis arcillosa
Balanza falsa
Antihélice altiva Sacroestafa mediática Fósil rehidratado
Pensamiento alergénico
Papado aleve Obispado intrigante Curato melifluo
Oración descompuesta
Oraculantes
saciabeatas,
lamealpargatas
itinerantes:
expofarsantes
clerosociatas
deslaicizantes.
Expo falaz Humo pactado Votos rezados
Subvención garantizada.

Oolong

Oro oloroso, olor fondoso no pomposo, poso goloso: lo compro o lo robo, lo logro, lo tomo, lo gozo.